Los libros, el teatro, el cine… No son las únicas, pero sí algunas de las formas más importantes en que una sociedad plasma y transmite su cultura.
En los tiempos que corren, además, estos medios se erigen como los reductos donde refugiarse o simplemente informarse para analizar de forma crítica la realidad. Una invitación a pensar.
Por eso quizá estas actividades están siendo especialmente castigadas fiscalmente; con este Gobierno y con el anterior. La historia nos enseña que en regímenes autoritarios y de pensamiento único, la cultura ha estado secuestrada, cuando no dirigida. Por tanto, cualquier intervención del Gobierno que se haga para dificultar su difusión, redunda en una menor oportunidad de las personas para desarrollar un pensamiento crítico. Recomiendo el artículo “Teatro del Oprimido: dispositivo crítico para la Psicología Social Comunitaria” de la investigadora Isabel Puga Rayo.
Con lo anterior, no hace falta ser un figura para entender por qué el IVA en los libros electrónicos, el teatro o el cine, se ha subido al tipo máximo (21%). Estos sectores, además de afectados por la crisis, se están viendo afectados por el Gobierno porque pensar puede resultar peligroso. Con el cierre de salas de cine o de teatro y con la caída de ventas en libros, no solo se pierden puestos de trabajo, sino que se pierden neuronas.
Algunos han tratado de sortear estas limitaciones con ironía: en un teatro de Gerona se daba una zanahoria en lugar de una entrada para acceder a ver la obra y así pagar el IVA reducido.